Parece una contradicción pero es una de esas verdades que tardamos en descubrir.
Y es que nos embarcamos en la vida con demasiadas cosas en la cabeza y con muy pocas en la conciencia. Y la mente, ya se sabe, es "culillo inquieto" y no para en ningún momento.
Así que, agenda en mano, siempre hay algo que resolver cosas que conseguir, tareas que hacer y, todo ello, aliñado con esa terrible sensación de que no nos da tiempo.
Así que nos echamos a la carrera como el conejito blanco de Alicia: el tiempo corre, corre y corre, y nosotros corremos con él.
Convertimos nuestra vida en una pura carrera, de obstáculos, eso si.
Cada día planificamos cómo vamos a hacerlo para que todo funcione, para hacerlo un poco mejor, para adaptarnos a las exigencias externas e internas. Encajamos, como si de un tétric se tratara, cada tarea en nuestra planificación, hacemos frente a los imprevistos, contestamos llamadas, mensajes y correos, llevamos a nuestr@s hij@s al colegio, les ayudamos con sus tareas escolares, preparamos la comida, arreglamos nuestra casa, mandamos saludos a nuestros amigos y planificamos cuanto jugamos con nuestros hijos y hasta cuando hacer el amor.
Y cuando termina el día estamos exhaustos y para "desconectar" vemos una serie, jugamos a algún juego adictivo, y los que tienen más suerte, se quedan dormidos en el sofá.
Erróneamente hemos aprendido que nos sentiremos bien el día que consigamos éxito laboral, un status social, adquirir un coche, una casa, tener la seguridad de un empleo, de una pareja, tener hijos brillantes ... Queremos ser profesionales de éxito, maravillosos padres y madres, los mejores amigos de nuestros amigos y parejas excepcionales.
Que andamos buscando?
En el fondo todos buscamos lo mismo, queremos que nos miren, queremos que nos reconozcan, queremos que nos aprueben, queremos que nos quieran, y nos dejamos el pellejo en ello. Pero en la dirección equivocada.
Hemos creído que cuantas mas cosas consigamos ahí fuera más llenaremos lo de aquí dentro.
Y poco a poco, hechizados por tanta carrera , empezamos a
vivir una vida despojada de conciencia, ausentes del momento presente
y al margen de nosotros mismos.
Dejamos de disfrutar con nuestra profesión y hasta con nuestra afición, no saboreamos lo que comemos, lo que bebemos ni lo que sentimos, no tenemos tiempo de pararnos a hablar con el vecino de cosas sencillas , no podemos parar un momento para tomar un café con nuestra pareja, no miramos el cielo azul, ni nos fijamos en qué luna hay hoy, y por supuesto no nos miramos a nosotros mismos.
Sin apenas darnos cuenta empezamos a volvernos grises, tristes, cansados, irritados, con una, cada vez mas fuerte, sensación de estar inertes. Los días se repiten y nos sentimos sin energía. Y empezamos a quejarnos, del sistema, de la vida, de los demás y a exigir que nos atiendan, nos ayuden y que nos den todo lo que necesitamos.
TODO LO QUE NECESITAMOS.
Y ahí nos enredamos, nos metemos en relaciones en las que cada uno tiene necesidades que busca cubrir en el otro y muy pronto empezamos a descubrir que por una u otra razón, por uno u otro motivo, ni yo satisfago a la otra persona ni la otra persona me satisface a mi. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no me dan lo que necesito? ¿Por qué no me ven? ¿por qué no me quieren?
DETENTE
¿Quién no se da lo que está necesitando?
¿Quién no se está tratando bien?,
¿Quién no se está teniendo en cuenta?,
¿Quién no se está mirando?
¿Quién no siente estima por quién?
¿Quién se está abandonando?,
SABES LA RESPUESTA, VERDAD?
Sólo tu puedes hacer el cambio. No le pidas a nadie más que haga algo para que dejes de estar irritado, cansado, triste y sin energía. Entonces ahora hay que cambiar el rumbo. Toca coger las riendas de tu vida. Dirígete la mirada y hazte cargo de ti.
Pregúntate,
Cómo puedo empezar a tratarme mejor ?
Qué voy a hacer para tenerme en cuenta?
Cómo puedo hacer para no abandonarme?
Qué haré para sentir que cuido de mi?
Sólo tu puedes darte lo que realmente necesitas, eres quien sabe más de ti mism@. Solo tu puedes encargarte de ti.
De tu persona, de tu cuerpo, de tus pensamientos, de tus sensaciones y de tus emociones. De tu cansancio, de tu tristeza, tu enfado, tu miedo, tus ideas, tus palabras, tus actos. Esa es tu primera responsabilidad.
Date cuenta.
Si te encargas de ti, vas a notar cómo mejoras y cómo, si te sientes bien, vas a irradiar bienestar, si tienes energía vas a sentirte viv@, si te sientes descansad@ vas a estar de buen humor, si no te abandonas ya no te sentirás sol@. Encargarte de ti hará cambios importantes en tu vida
Quizás estés pensando que es muy difícil. Todos los comienzos son difíciles pero este es el camino.
Toma conciencia de ti, habítate y hazte cargo.
Después continua caminando en esa dirección y AVANZA
Ana García
Psicóloga Clínica
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