EL CÁNCER... ¿ POR QUÉ NO UN SENDERO DE SANACIÓN?

 

Son muchas las oportunidades que he tenido para aprender en este camino de la vida. Muchos los senderos que he transitado, seguro que no muchos más, ni más duros que los que han vivido otros compañeros de viaje, y aún así, sigo teniendo la sensación de que me queda mucho que aprender.

 

Cuando repaso este viaje, me doy cuenta  que cada una de las etapas que he recorrido le dan sentido a mi existencia, a la persona que hoy  soy. Comprender e integrar cada momento vivido, cada experiencia, cada dolor, cada toma de conciencia, me hacen encontrar más luz y con ello más serenidad.

 

Ahora que me encuentro al final de  otro Sendero de estos difíciles que acostumbro a elegir en mi camino, me doy cuenta de cuanto tengo que agradecer a esa intuición que me empuja a tomarlos y a  verlos como una nueva oportunidad para engancharme a la vida.

 

Siento la necesidad de compartir esta experiencia de transformación, que pueda ayudar a otras personas a comprender y dar  sentido a la dificultad, al  escollo o  a la trampa que sin saber muy bien como, colocamos en nuestras vidas como Senderos de Sanación.

 

Solo cuando me descubro caminando en alguno de ellos, más viva que nunca, entusiasmada y con la tranquilidad que da  la CERTEZA de saber que no es más que otro Sendero de luz, me permito entonces aprender a cuidarme, a protegerme,  a pedirme y a pedir el amor respetuoso que me ayuda a frenar esas ganas irrefrenables de abandonar cuando me siento perdida o impotente.

Son Senderos de vida que me hacen apreciar, agradecer, soñar de nuevo, tener ilusiones y proyectos que cumplir. Senderos en los que aprendo que no vale aparcarse en el dolor, el drama, en la tristeza o en el enfado. Senderos en los que un abrazo, una palabra o una sonrisa pueden darme el aire suficiente para seguir caminando.

 

Por segunda vez en mi vida, la palabra “cáncer”, que para muchas personas puede suponer un Sendero de dolor, aparece ante mí como un Sendero de Salvación.  El cáncer me devuelve a la vida, me devuelve las ganas, la fuerza y el deseo de seguir transitando todo lo que este camino quiera ofrecerme, aceptando mis limitaciones y aprendiendo a enfrentar mis miedos sin salir corriendo cuando no encuentro la salida. Gracias por colocarte ante  mí de nuevo como una  oportunidad de hacerme consciente de muchas cosas que están ocurriendo en mi vida, una nueva lección que aprender.

 

Para todas aquellas personas que estén transitando estos Senderos de Dificultad, les invito a comprobar como manteniendo esta mirada de vida y esta escucha con ese sabio interior que todos llevamos dentro, somos capaces de transitarlos y casi sin darte cuenta estarás al final de la subida, y no sabrás muy bien explicarte como ha pasado todo tan rápido, ni explicar a los demás como después del esfuerzo tienes mejor aspecto que nunca. Parece mágico, pero es real.

 

No permitas que los efectos de la medicación, los resultados de las pruebas, o los diagnósticos enredosos que casi apenas entiendes, te hagan dudar y te quiten la Certeza que nadie más que tu sabe, no permitas que te quiten las ilusiones y el brillo en tu mirada, no permitas que te aparquen en el camino. Agárrate y sonríe a la vida, sonríe y camina sin miedo, no hay mejor medicina.

 

 

Todos estos senderos no son más que un DESPERTAR a la vida, son lo que nosotras llamamos SENDEROS DE SUPERACIÓN, esos que dan sentido a lo que nos ocurre y a  nuestro caminar y que solo nosotros sabemos para que los ponemos en nuestra vida. Esos que nos hacen CRECER con mayúsculas.

 

Gracias.

 

María del Mar Blanco

Psicóloga Sanitaria y Psicoterapeuta

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